SEGUIR LOS INSTINTOS
Seguí la corriente del río, porque la fuerza del agua purificaba mis recuerdos, mis anhelos.
Seguí la caricia del viento, porque me llevaba lejos, allá donde los sueños continuaban siendo vida.
Seguí la violencia de la tormenta, porque cada relámpago incendiaba mi alma bandida.
Seguí la noche profunda, esperando con impaciencia que mis ojos se enamoraran de un nuevo amanecer.

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Se me acaba de ocurrir una idea, pero la voy a poner en práctica muy despacio. Pregúntame dentro de unos años...
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