ALMAS MARCHITAS
Huía la vida del tiempo en aquella parte oscura de la ciudad, el viento acorralaba las calles, la lluvia humedecía las almas marchitas, se escondió el silencio en las tinieblas, y el cementerio se llenó de vida eterna.

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Se me acaba de ocurrir una idea, pero la voy a poner en práctica muy despacio. Pregúntame dentro de unos años...
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