Me cansé de enojos que no me conducían a ninguna parte, pero
que me llevaban a todos los lugares. Me cansé de hacer kilómetros, de recorrer
de noche carreteras sin nombre y sin destino, de detenerme en estaciones de
servicio, tomarme un café bien cargado que me permitiera llegar despierto hasta
el amanecer, mientras conducía hasta la playa más cercana, y justo allí
disimulaba hablar con el mar, mientras ocultaba el secreto de mi infinita
verdad. Me cansé de cada paso, de cada mentira, de cada sueño que se fue a
dormir sin llegar a amanecer. Tal vez nunca estuve a salvo de mis locuras, de
mis fantasías, de mis torturas. Y fueron tus piernas las que evitaron que mi
razón se rompiera en mil pedazos y en ellas encontré un sentido para
sobrevivir.
©Santi Carretero.
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