martes, 30 de abril de 2013

LOS CONDENADOS ETERNOS XI



Pero no entiendo qué relación podía tener Cerezuela contigo para que ahora lo culpes de tu condena.

–Bernardo parecía recobrar su anterior estado  de lucidez.

−Mi primer encontronazo con Cerezuela se produjo el mismo día de nuestra presentación. El virrey estaba interesado en que ambos tomásemos contacto para que nuestros ideales se fundieran en un mismo camino, sin embargo mi disponibilidad se encontró de frente con la oposición del clérigo. Cerezuela era un hombre ambicioso, que se vio con demasiado poder entre sus manos, lo que lo llevó a actuar fuera de toda honorabilidad.

Bernardo se sintió desconcertado. Tal vez, por primera vez desde que fue encerrado, no comprendía a su compañero de celda. Se percataba que Roberto de Espinosa cargaba contra el Santo Oficio y, más concretamente, contra el máximo responsable de la Inquisición en Lima. Lo acusaba de llevar a cabo un trabajo que le correspondía y por el cual se le remuneraba con una importante suma de dinero. Desde su posición, él se encontraba en contra de la Corona, su punto de vista era contrario al que Espinosa trataba de hacerle entender, y por un momento se le cruzó por su mente la palabra hereje, como si él mismo formase parte del organigrama que trabajaba para Serván de Cerezuela.

Así trató de hacérselo ver a su compañero:

−Ya conoces mi causa, y por lo tanto sabes perfectamente que estoy en contra de la Corona y de las adquisiciones que el rey está llevando a cabo aquí en las Indias, sin embargo blasfemas contra la religión con tus palabras, querido amigo. Creo que de ahora en adelante dejaré de tutearte. Tal vez nos hayamos confundido en los términos que hemos entendido como amistad.

A Roberto de Espinosa nada le sorprendía a aquellas alturas de la historia. Lo cierto es que tampoco le tenía muy en cuenta las palabras a Bernardo. Su compañero de celda era un militar que había desempeñado su oficio en España, sin llegar al Nuevo Mundo, por lo que no podía tener una visión clarividente de la situación. Espinosa tenía necesidad de contar su historia, dar su versión de los hechos, tratar de desahogarse antes de que la muerte viniese a visitarlo y poco o nada le importaba que Bernardo decidiera volver a tratarlo de usted.

−Por unas razones o por otras, lo cierto es que cada encuentro entre Cerezuela y yo eran como enfrentamientos de fuerza, de poder. Los dos tensábamos la situación a medida que nuestras conversaciones iban teniendo lugar, casi siempre en reuniones en las que, incluso a veces, acudía el propio virrey. Aquellas reuniones se convirtieron en una guerra interna donde se fueron colocando las bases de mi deserción. La clave de mi traición estuvo en la llegada al grupo de un hombre que cambió mi vida, fray Anselmo de Trujillo, gran seguidor de la doctrina de Lutero.

PENSAMIENTO Nº 48

... Y, de repente, apareciste tú.

PENSAMIENTO Nº 47

El amor es el único estado emocional que te hace ser cariñoso, amable, romántico, imprevisible, simpático, pasional, detallista y hasta puntual.

lunes, 29 de abril de 2013

PENSAMIENTO Nº 46

La vida es una partida de ajedrez donde se pierde y se gana depende tu astucia y valentía.

PENSAMIENTO Nº 45

La nada es aquello que ocurre a nuestro alrededor mientras nosotros fingimos vivir en soledad

EN EL ARDOR DE LA BATALLA

En el ardor de la batalla comprendí que nunca podría alejarme de ti, que la fragilidad de la noche estaba inventada para soñar, que al alba todo parece de diferente color, que incluso el amanecer puede resultar atractivo si tienes unos brazos a tu lado que te cobijen de la soledad.

PENSAMIENTO Nº 44

De tanta timidez abrí la puerta a mis sueños

domingo, 28 de abril de 2013

HUÉRFANOS DE LA VIDA



Entró en el bar mientras tomaba un café, su sonrisa blanca me deslumbró, su ternura me provocó escalofríos, su belleza me enamoró. Su falda corta, sus piernas morenas, su mirada inquieta, sus manos perfiladas y delgadas. No éramos nadie, sólo estábamos perdidos en mitad de un camino sin destino.  No éramos más que dos huérfanos de la vida. No me cuentes historias que me entristezcan, desde hoy quiero que seas mi eterna alegría. Nos encontrábamos en un cruce de caminos, nos fuimos haciendo viejos a medida que se consumía mi café y su cerveza. Te escribiré una poesía que se quede impresa en un cristal, pero a cambio me debes un beso todavía.

LOS CONDENADOS ETERNOS X



La palabra Inquisición pareció sacar de su letargo a Bernardo, el cual reaccionó de manera inmediata.

−La Inquisición está haciendo estragos en España. Lo que en un principio se creó como una institución que debía servir a Dios y al cristianismo, poco a poco se ha ido convirtiendo en una secta donde predominan los asesinatos a sangre fría.

−Todo eso que me cuentas, Bernardo, ha ocurrido y sigue ocurriendo aquí en el Nuevo Mundo. Y apuesto que aquí con más crueldad, si cabe. Hasta las Indias arribaron en su día todo tipo de personajes, la mayoría de ellos con el objetivo de lucrarse a costa de personas a las que, no solamente se les robaba su territorio, sino que además se les violaba su intimidad, se les pretendía imponer leyes, religión y formas de vivir y, sobre todo, se les condenaba a un trabajo que en muchos casos los conducía hasta la muerte.

Aquellos dos hombres continuaban hablando entre sí, departiendo como si se tratase de dos viejos amigos que acababan de encontrarse en cualquier taberna de la querida España, tal vez en la monumental Sevilla, o en la universitaria Salamanca, o en la majestuosa Toledo. Cualquier lugar hubiese sido perfecto para un encuentro tan preciso, sin embargo la realidad era muy distinta. Se encontraban apartados del mundo, encerrados en una lúgubre celda, justo al otro lado del planeta, esperando, uno de ellos ser juzgado y el otro ser conducido al cadalso.

−¿Fue el Santo Oficio lo que lo separó de la Corona? –Bernardo comenzaba a atar cabos sueltos que hasta entonces parecían haber pasado desapercibidos para su mente distraída.

Roberto de Espinosa no contestó directamente a la pregunta de Bernardo. Se limitó a fruncir el ceño, como si los recuerdos lo apuñalasen por la espalda. Lentamente alzó la mirada, sus ojos aparecían brillantes.

−El verdadero culpable de que hoy me encuentre aquí encerrado, esperando la muerte, no es otro que Serván de Cerezuela, un clérigo español que acompañó al virrey Álvarez de Toledo hasta Perú y que fue consignado por éste como primer inquisidor de Lima. Cerezuela enseguida comenzó a viajar a través del imperio inca, comprobó personalmente los alejados que estaban aquellos indígenas del cristianismo y no tardó en poner en marcha su maquinaria terrorífica para imputar a aquellos que él o sus alguaciles, o informantes, consideraban como herejes.

LOS CAMPOS DE MI VIDA

Son los campos que se abren ante mi vida, lucen húmedos por la lluvia, empapados por sueños que descienden del cielo, convertidos en gotas brillantes que reflejan el sendero que conduce hasta tu cuerpo. Está gris el paisaje, el camino que ya no transitan los carreteros, el mismo que ha dado paso a un mundo de avance, donde apenas se escuchan algunos pinzanes que todavía cantan sobre sus árboles, refugiados del viento.

sábado, 27 de abril de 2013

PENSAMIENTO Nº 43

No muere la persona que desaparece, sino la que nunca es recordada.

PENSAMIENTO Nº 42

No hay nada peor que una guerra civil entre un hombre y una mujer viviendo bajo el mismo techo.

PENSAMIENTO Nº41



La persona que no abraza la literatura a lo largo de su vida, termina muriendo de incultura

MI ALIENTO Y MI PERDICIÓN

Eres tan frágil como viperina, lo primero por hacerme soñar y lo último por regalarme los mejores secretos de tu vida. Eres mi aliento y mi perdición, porque me das fuerza cuando no la tengo y me conduces por el camino del amor.

viernes, 26 de abril de 2013

EN UNOS DÍAS...CUARENTA Y DOS



Quiero inventar los celos donde sólo brille el amor, vámonos de misa sin pasar por las iglesias, naveguemos sobre un barco pirata que no sobresalga del charco de mi acera, que si sigue lloviendo como esta primavera pronto tocará fondo como el Titanic de los playmobil. Vamos a lamentar las lágrimas sobre las almohadas de la última noche, aquellas que perduran en el recuerdo más que el sonoro portazo del adiós. Volvamos a tener veinte años, cuando escaparse a tu lado era un secreto,  un placer sin nombre y con demasiado pecado. Hubiese necesitado más de cuatro padrenuestros para excomulgar tanto abandono sin aliento. No me cuentes milongas de terciopelo, que por mucho que acaricien el alma, son bribonadas que me conducen a un callejón sin salida y demasiado oscuro para los dos. La cuestión es que dentro de unos días ya serán cuarenta y dos, y a pesar de los pesares sigo escribiendo a todas horas, sigo amando con pasión, sigo enamorado de sus encantos y sigo muriendo antes de que llegue el amanecer con la guadaña y sus versos colgados del sol.