CALLEJUELAS EMPEDRADAS
Quién no quiere rodearse de esas callejuelas empedradas, con aire solitario, donde el silencio es el alma de la existencia y de lejos todavía parece escucharse el rumor de caballeros medievales que libraron sangrientas batallas. Edificios de color pardo, de vez en cuando una tormenta sorprende a los espectros que aun deambulan siniestramente, refugiándose entre las sombras de unos faroles que al atardecer comienzan a tomar vida propia, colgados en las paredes de aquellas casas que un día pertenecieran a los poetas e historiadores que con grandilocuencia narraron sus historias, sus batallas y sus muertes.

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Se me acaba de ocurrir una idea, pero la voy a poner en práctica muy despacio. Pregúntame dentro de unos años...
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