LAS CONDENAS DE LA VIDA
Es más frágil la inmortalidad del alma, descienden por mi rostro las condenas de la vida, presiento en cada amanecer tu nombre desangrado, sombras ocultas se esconden del pasado, ya no quedan ausencias que rompan distancias, no quedan condenas tras la muerte, ni prisiones que encierren mis deseos de libertad…

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Se me acaba de ocurrir una idea, pero la voy a poner en práctica muy despacio. Pregúntame dentro de unos años...
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