LA FUERZA DEL QUERER
Jamás quiso ser juzgada, voló siempre tan alto como sus alas le permitieron volar, atravesó cielos taciturnos, auroras bañadas por el rocío de cualquier primavera, infinitas soledades convertidas en lágrimas de dolor, de rabia contenida, pero nadie doblegó aquel vuelo que la impulsó a los brazos de su poeta, disfrazado con simples letras, mientras ella se desnudaba, danzando como viento quebrado, piel ardiente, niebla a la luz de unas velas que dibujan versos sin palabras, tan efímeras como eternas.

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Se me acaba de ocurrir una idea, pero la voy a poner en práctica muy despacio. Pregúntame dentro de unos años...
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