Para qué rendirse si ya estoy metido de lleno en la guerra,
si además no quiero rendirme. Rendirse es de cobardes y huir de inteligentes,
pero no haré ni una cosa ni la otra. Me dedicaré por completo a la locura y me
lanzaré al vacío que llena mi tiempo cuando no te tengo. Mis proyectos
continúan intactos, más bien yo diría que caminan con paso firme hacia el lugar
donde yo quiero llevarlos. No quiero ser nadie, pero lo soy todo para mí mismo.
Trabajo con descansos cuando me obliga la vida, pero cuando es por placer lo
hago sin remedio, sin mirar hacia dónde me lleva ni cuánto tiempo le dedico. Tal
vez me centro demasiado en otras vidas y hasta tomo personalidades que me
confunden cada madrugada. Es en esos momentos cuando me falta tiempo, cuando
quisiera que la vida fuese eterna para tener espacio en mi conciencia. A medida
que me voy haciendo viejo echo de menos aquellos viajes a tus brazos, aquellos
paseos largos, aquellos kilómetros al volante dejando de lado recuerdos,
lamentos y otros llantos. La experiencia de los años me ha enseñado que lo
único que hacía era llevarme conmigo los miedos, mis famosos fantasmas,
buscando de tus labios unos cuantos besos y un par de te quiero. Siempre me he
sentido un revolucionario, bolígrafo en mano, criticando lo fácil y huyendo de
lo complicado porque, como dije al principio, huir es de inteligentes, pero
ahora voy a dejar de ser práctico y voy a lanzarme al vacío de tus brazos,
porque algún día espero tener entre tus piernas mi merecido espacio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario