viernes, 4 de enero de 2013

LUCES QUE SE APAGAN

Se escapa la ironía de volver a tener veinte años, de cruzar los desiertos y los hemisferios de tu cama. Se escapa la posibilidad de cuidar mi alma, de enamorarla poquito a poco y olvidarse de los riesgos sin freno. Ahora se iluminan diferentes las madrugadas, tengo tu sonrisa en mi almohada y los besos que con el tiempo me faltaban. Tengo el destino escrito con letras marchitadas, por lunas escondidas y misterios que atrae el viento y un reloj sin cuerda, que da las horas cuando nadie lo reclama. Tengo la paz de tu desnudez todavía tatuada, a fuego lento, en cada recoveco de mi piel, y en la oscuridad de mi esperanza todavía busco las caricias entre tus piernas que tanto me excitaban. Se escapa la verdad de aquellas teorías que estudiaba, cuando la vida parecía vida y los sueños sólo eran fantasías. Se escapa la juventud que un día tuve, amarrada a todas mis ansias, y al final me encuentro solo en un camino sin indicaciones, con demasiadas tristezas y venganzas. Se escapa aquella libertad de las tardes de otoño, donde nadie nos conocía, donde nadie nos controlaba, donde aun éramos felices entre vicios inconfesables y luces que se apagaban.

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