domingo, 17 de marzo de 2013

TAN NIÑOS COMO SOLDADOS

Entre tú y yo jamás existieron las despedidas. Éramos tan niños como soldados. Éramos truhanes disfrazados de encanto. Éramos algo más que inseparables. Me buscabas tanto como yo te esperaba. Entre nosotros no había cobardías. Nos lanzábamos al vacío de aquel barranco, ¿recuerdas? Donde todos salían heridos y nosotros siempre triunfantes. Éramos secretos que nunca se cuentan. Éramos fútbol en el parque y tardes de lluvia frente a tu tablero de ajedrez. Fue en aquellas partidas donde tú me enseñaste que jamás se debía uno rendir, que no estaba bien perder. Éramos aquella orilla de playa donde me habías contado que el amor debía ser eterno y donde yo te decía que lo único eterno era la propia sabiduría. Ahora la vida me cuenta que ya no existes, que debo quedarme con aquellas horas a tu lado, con aquellas travesuras de dos pillos que huían después de las fechorías para demostrarnos a ver quién de los dos más corría. Seguramente quedaron tantas cosas por contarnos que ahora es complicado asimilarlo, sobre todo porque sé que tú serás protagonista en el cielo y yo mañana seré pícaro en el infierno.

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