jueves, 29 de noviembre de 2012

SEGUNDAS OPORTUNIDADES

Me acomodé la capucha de mi chaqueta para cubrir mi cabeza. Estaba tan helada como el ambiente. Me apoyé en aquella barandilla totalmente empapada por las olas del mar, que rompían con fuerza, de vez en cuando, contra el malecón de piedra. De repente la ausencia se desdibujó sobre el horizonte y la brisa del mar se introdujo, muy lentamente, en el interior de mi alma. Te recordé. Reconozco que fue una sorpresa, pero te recordé. Yo que nunca había tratado de inventarte en mi mente, de pronto estabas de nuevo allí, conmigo, sonriendo, con tu mirada dulce y tu gesto de fragilidad. Sí, continúas igual de bella. Siempre mirando al mar, como mirabas el destino sentada en los andenes de la estación. Al fondo quedaba la oscuridad del túnel, como ahora queda la oscuridad de la noche. Pero sigues ahí, tratando de hacerme entender que el pasado nunca fue pasado, y que la vida, a veces, y sólo a veces, regala segundas oportunidades que siempre hay que saber aprovechar.

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