domingo, 28 de abril de 2013

HUÉRFANOS DE LA VIDA



Entró en el bar mientras tomaba un café, su sonrisa blanca me deslumbró, su ternura me provocó escalofríos, su belleza me enamoró. Su falda corta, sus piernas morenas, su mirada inquieta, sus manos perfiladas y delgadas. No éramos nadie, sólo estábamos perdidos en mitad de un camino sin destino.  No éramos más que dos huérfanos de la vida. No me cuentes historias que me entristezcan, desde hoy quiero que seas mi eterna alegría. Nos encontrábamos en un cruce de caminos, nos fuimos haciendo viejos a medida que se consumía mi café y su cerveza. Te escribiré una poesía que se quede impresa en un cristal, pero a cambio me debes un beso todavía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario