domingo, 7 de abril de 2013

LOCURA INCONTROLADA

El fuego marchitaba, se iba muriendo en sus propias brasas, mientras la tarde declinaba y un tenue sol nos acechaba desde la distancia. Atardecer de verano, sentados a la orilla de la playa, cubiertos por una fina manta donde nos comimos a besos mientras el fuego nos dibujaba mil formas extrañas y de paso nos calentaba. Aquel vaivén amarillento se reflejaba en tu rostro blanquecino, mientras tú sonreías despreocupada y te dejabas amar al compás de una balada de verbena. Cubriste tu cabello con aquel sombrero de ala ancha, dejaste que las sombras traspasaran nuestras fronteras, mientras la arena nos servía como catarata para lanzarnos al vacío de la locura incontrolada.

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