El monje loco fue un fraile que procedía de las tierras de Florencia. Con
el visto bueno del Vaticano fue trasladado a España, donde enseguida se
entrevistó con nuestro rey. El monarca estaba al tanto de su llegada, ya que
fue él mismo quien realizó la petición a las más altas instancias monacales. Galileo
Pietro, así se llamaba el monje.
−¿Y qué fue lo que ocurrió en aquella entrevista entre el monje y
nuestro rey? –Quiso saber Bernardo, totalmente absorto en la historia que le
estaba narrando Espinosa.
Nadie lo sabe con exactitud. De hecho, al parecer la entrevista se
llevó a cabo en la más absoluta intimidad. Las palabras que allí se cruzaran
uno y otro son totalmente desconocidas, sin embargo, podemos sospechar que lo
que allí ocurrió no tuvo que ser nada agradable, pues desde ese momento Galileo
Pietro se convirtió en el inquisidor más sanguinario que se ha conocido en el
Nuevo Mundo. Apenas pasó unas horas más en España, antes de que se le preparara
la carabela que debía conducirlo hasta estas tierras en las que nos encontramos
presos.
El largo viaje y los vientos que azotaron la embarcación durante el
trayecto no minaron los malos pensamientos, y mucho menos limpiaron el alma impúdica
que impregnaba el interior del monje, el cual llegó a las tierras conquistadas
con aires de grandeza, imponiendo a base de torturas y asesinatos todo aquello
que él trataba de aplicar. Para Galileo Pietro había dos clases de personas:
Los que estaban dispuestos a colaborar y los que se declaraban en rebeldía. Los
primeros debían convertirse al catolicismo, trabajar de sol a sol, y pagar los
tributos que él mismo imponía. Los segundos no tenían derecho a la vida y
debían ser perseguidos hasta la muerte.
Así fue como Galileo Pietro comenzó a trabajar en nombre de la Iglesia,
en nombre del Papa, en nombre del rey de España. Siempre anteponía a cualquiera
de ellos por encima de sus palabras y acciones, pero quien verdaderamente
ejecutaba era él mismo. De la noche a la mañana el fraile que acababa de llegar
al Nuevo Mundo se estaba convirtiendo en el auténtico diablo. Comenzó a detener
a indígenas, los conducía a terroríficos interrogatorios que muchos de aquellos
pobres inocentes no entendían ni comprendían, los torturaba esperando
confesiones que en la mayoría de las ocasiones no llegaban a producirse y,
finalmente, los asesinaba de manera cruel y violenta. Decapitaciones,
amputaciones, maltratos físicos, muertes en la hoguera. Los juicios tenían un
veredicto rápido. Se les declaraba culpables de traición, herejía, brujería…
Bernardo quedó petrificado en el suelo. En España era conocida la
Santa Inquisición, pero jamás imaginó que se pudiera llevar a cabo en tierras
lejanas, contra personas que ni siquiera conocían la palabra cristianismo.
−A estas personas no se les ha educado para poder elegir libremente,
simplemente se les ha obligado a ser lo que ellos no pueden ser, porque ellos
tienen sus propias leyes, su propia cultura, sus propias creencias, y su propia
religión.
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