domingo, 7 de abril de 2013

DANIELA

Llegaste desde el infinito para darnos la alegría, eras tan pequeña, parecías tan frágil, que todos temíamos por ti, sin embargo te fuiste haciendo fuerte desde el primer día. Fue aquella primera mirada a través de los cristales una fría madrugada de hospital cuando te ganaste mi corazón, mi alma y mi vida para siempre. Luego llegaron las sonrisas, buscabas el calor de mis brazos para conciliar tu sueño. Más tarde llegaron los besos y cuando decidiste que para ti yo me llamaría “titi”. Seguramente hoy ya no pueda vivir sin ti, porque eres justo lo que un adulto necesita para ser feliz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario