viernes, 19 de abril de 2013

LOS CONDENADOS ETERNOS VI


−¿Y, realmente, los indios se estaban sublevando?  −Continuó interesándose Bernardo.

−Claro que lo hicieron –respondió con seguridad Espinosa−. Cualquiera de nosotros en su lugar hubiese reaccionado como lo hicieron ellos. De hecho, siempre pensé que los indígenas que aquí nos encontramos eran seres excesivamente dóciles para el trato de agresividad que recibieron por parte de los conquistadores españoles.

−¿En qué consistió la sublevación de los indígenas?

Espinosa, como solía hacer en estos casos en los que debía recordar para, a continuación, narrar, se quedó pensativo unos minutos antes de comenzar a hablar.

−Felipe II dispuso a Castro en el Virreinato para que éste le fuese modelando lo que más tarde se convertiría en el sistema administrativo del Perú. Gracias a él se fundaron diferentes administraciones. Charcas, Quito, Chile… Castro era un gran militar pero, sobre todo, era un hombre con unos conocimientos y una inteligencia fuera de lo común. Tal vez uno de los personajes más importantes de los que han llegado al Nuevo Mundo pero, como tantos otros, mal recompensado. –Espinosa tomó un respiro−. Como comprenderás las audiencias proporcionaron cargos de cierto poder, pero Castro en ese aspecto fue radical y no consintió que nadie le hiciese sombra al respecto. No le tembló la mano a la hora de impartir castigos severos cuando alguien se salía de la línea que él mismo tenía trazada. En ningún caso quiso perder el poder político que él mismo se había ido ganando con su propio esfuerzo. Todos aquellos movimientos fueron los precedentes para las primeras movilizaciones por parte de los criollos, a las que siguieron las de los indígenas. Castro culpó de aquellos levantamientos a la resistencia inca en Vilcabamba.

−¿Y estaba en lo cierto con aquellas acusaciones? –Continuó interrogando Bernardo.

−Lo estaba. El rebelde inca Titu Cusi Yupanqui se vio presionado y acusó a los españoles de los maltratos que había sufrido su padre, sus gentes, su pueblo…  Durante un tiempo se refugió para no ser encontrado por las huestes de Castro, pero finalmente firmó el Tratado de Acobamba y justo ahí comenzó la guerra entre españoles e incas. Cinco años después Castro falleció debido a una pulmonía y tuvo que ser el propio virrey Álvarez de Toledo quien se hiciese cargo del famoso revolucionario Titu Cusi.

−¿En qué se basaba dicho Tratado?

−Hay que quedarse con que era un tratado de paz. El hijo de Titu debía convertirse al catolicismo tras casarse con Beatriz Clara Coya. Titu se comprometía a no volver a atarcar a los españoles, a cambio recibiría una compensación económica. Aquellos negocios ponían de manifiesto que incluso aquellos indios tenían un precio, cuando no lo necesitaban, pues antes de que nosotros llegásemos aquí, ellos eran libres como el viento.

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